Ese día me encontraba en una consulta médica de urgencia, el monitor anunciaba que la espera sería para largo, no me quedaba más que acortar el tiempo leyendo noticias, jugando algún juego en el móvil o mirando las distintas pantallas de Tv que circundaban el espacio del lugar.
Cada aparato estaba sintonizado con un canal distinto: CHV, TVN, Mega, TV UC, etc, predominaban los programas de bailes y juegos dirigido a públicos juveniles, típico de las tardes de la televisión por esos tiempos.
Sin darme cuenta del todo, en un momento reparé que un canal suspendió su programación habitual para señalar con cierta rimbombancia… “Extra, extra, noticias, extra, noticias”.
¿Qué sucedía, que era tan importante?
La primera vaga información, señalaba que se había perdido el rastro de un avión caza de la fuerza aérea, el que no había aterrizado en el destino esperado aeródromo de la isla Robinson Crusoe, en el archipiélago Juan Fernández.
Se agregaba que, en ese vuelo viajaban un grupo de reconocidos profesionales de las comunicaciones vinculados al programa matinal “Buenos Días A todos” de TVN.
Que entre sus pasajeros se contaba a varias conocidas figuras del espectáculo, entre ellos iba “Felipe”.
Era extraño ver, que el canal del que formaba parte la delegación se mantenía al margen y seguía con su programación como si nada hubiese sucedido, me hizo recordar la noche del plebiscito del 88, cuando los canales preferían transmitir películas o el dibujo animado del “Correcaminos” para esconder el adverso resultado que deparaba para el régimen.
Luego de un rato, todos los canales incluido el mencionado, informaban cual, si fuera una cadena nacional, sobre el muy probable accidente del avión caza C-212 de la FACh.
Pasaron varias horas entre la espera y que culminara mi atención médica, me fui caminando para tomar locomoción que me dejara en la línea 2 del Metro de Santiago. Tanto en la calle como en el bus y luego el tren, seguía escuchando la transmisión cual fuera un continuo de una saga o una serie de “Netflix”, a la que se sumaban más y más auditores y capítulos.
Las noticias aumentaban en dimensión y pesimismo, las fuerza aérea y naval colocaba sus dispositivos humanos y equipamiento al servicio de la búsqueda, en la oscura y gélida noche del archipiélago.
Familiares, periodistas y connotadas personalidades viajaban rumbo al sitio del suceso.
Despertamos, escuchando y viendo más noticias, cada vez más desalentadoras, entre las que resaltó el relato de un reconocido periodista nacional que con su inconfundible acento señalaba “Tengo una terrible noticia que no quisiera entregarles, no hay dudas que el avión caza se estrelló en el mar y fallecieron todos sus ocupantes”.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de esta la larga y angosta faja de tierra.
El taxista tuvo que detener la marcha porque no podía controlar su llanto; el carnicero dejó de cortar para no sufrir un accidente; la señora lloró tal hubiese perdido a su hijo; la abuelita prendió una vela rogando al cielo por el que sería como su nieto; la joven lloró desconsoladamente por la pérdida del que podría haber sido el amor de su vida; a un gerente de una importante empresa se le quebraba la voz al hablarle a sus empleados; un militar lloraba escondido en la cuadra de su regimiento, para que sus compañeros no lo fueran a tildar de poco macho.
Las transmisiones televisivas lograban alcanzar históricos ratings, se daba a conocer hasta el más mínimo detalle de las vidas de los famosos del siniestrado vuelo.
“Felipito” era sin dudas el personaje principal, se recordaban sus actuaciones tal hubiese sido el mejor actor de la historia de Hollywood, se repasaban sus alocuciones, sus acciones, sus mensajes tal fuera un líder de la patria, en este país carente de ídolos y líderes sociales.
Además del dolor por el duelo, comenzaron a reiterarse los homenajes, una de los más recurrentes fue escuchar una de las canciones de Silvio Rodríguez, que “Felipito” habría señalado a sus más cercano tener entre sus preferidas.
Desde ese momento, Silvio dejo de ser el poeta cantor, vinculado a los revolucionarios izquierdistas o poetas o intelectuales, su canción paso a ser transversal, un himno que unió al país en un ruego y una esperanza.
“Cuentan que cuando un silencio aparecía entre dos, era que pasaba un ángel que les robaba la voz”.
Aparecieron los más inesperados comentaristas, desconocidos amigos, profesores de colegio y los infaltables videntes, “busquen por tierra” señaló uno de ellos, lo que encendió las esperanzas de pudiera estar vivo.
¡No puede morir, quien un país entero no quiere que muera!
Nos aferrábamos a su sobrevivencia, podría encontrarse en una caverna o requeríos a orillas del mar, quizás mal herido, pero aún vivo, tal como un mesías que habría resucitado para salvar a su pueblo.
Fueron momentos eternos, se sumaron los reportajes, los homenajes y las romerías hacia su casa o el canal de Tv, con velatones, marchas, regalos, cartas, afiches, cantos, danzas, se transformó en un verdadero carnaval religioso y popular, en el que participaban desde el más humilde hasta el más gravitante personaje de la vida nacional.
A los pocos días se confirmó la muerte de los 3 tripulantes y 18 pasajeros del caza c-212, la canción se convirtió en un himno nacional que se escuchó a toda hora, en canales de la televisión, emisoras de radio, grabaciones, en las casas, centros comerciales, colegios, lugares de trabajo.
Su funeral paralizó al país…
“Y hubo tal silencio el día, que nos tocaba olvidar, que de tal suerte yo todavía
no terminé de callar”.
Aún se le recuerda a “Felipito” como un mártir, un héroe, un mesías, cuelgan sus afiches, fotografías y calendarios en los colegios, en los trabajos, en las casas, de los lugares más recónditos del país, sobre todo de los más humildes que lo veneran como un ángel que pasó y se llevó no solo la voz, si no, las esperanzas de un pueblo.
“Ahora comprendo cual era el ángel que entre nosotros pasó…”
“Ahora comprendo en total este silencio mortal…”
“Ángel que pasa, besa y te abraza…”
Ángel para un final.
Patricio Ruiz Zapata
03 de junio de 2022.