Una noche de terror

** Los Recuerdos son voces que nos siguen por la espalda.

*** A Natacha y a la tía Teresa que quizás recordarán de otra forma esta historia.

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Ese día como en otros, nuestros padres nos habían dejado al cuidado de una tía, en la añosa casa en que vivíamos de la calle La Granja.

Tenía 7 años, mi hermana uno menos y mi tía no pasaba los 15.

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Ocupábamos el comedor que daba a la puerta principal y permanecíamos allí toda la tarde sin movernos a otro lugar.

Mientras sonaba una radio jugábamos cartas, dominó, lotería o simplemente cada uno por separado.

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Frente a nosotros, desde la entrada nacía un largo pasillo que llegaba hasta el fondo, a un lado grandes ventanales abarrotados con plantas colgantes, al otro las puertas de las habitaciones de dormitorio.

Ya se había hecho de noche y el único sitio iluminado de la casa era donde estábamos.

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Nos encontrábamos absortos cada uno en lo suyo, cuando casi sin darnos cuenta sentimos los primeros ruidos, eran pasos y movimientos de objetos que provenían desde dentro de la casa.

-Con seguridad el ruido ocurría en alguna de las habitaciones contiguas, cada vez era más nítido-

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Los tres muy asustados permanecimos en el comedor sin movernos, hasta que de repente se escuchó un ruido infernal.

Arrastraban los catres de las camas de los dormitorios.

-Aquello fue escalofriante-

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Una intensa brisa fría corrió por mi cuerpo, temblábamos de miedo.

Queríamos correr pero no podíamos, no recuerdo si gritábamos.

-Nos invadió el pánico-

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Fueron instantes interminables, permanecimos inmóviles.

-Esperando aconteciera lo inevitable-

No sé cuánto tiempo habrá transcurrido, hasta cuando decididamente nos abalanzamos hacia la puerta.

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La reja de la calle estaba a un par de metros, era nuestra escapatoria.

Antes de cruzar el umbral, sentimos las voces que venían detrás de nosotros.

-Ya no respirábamos-

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Abrimos la puerta corriendo hacia la calle.

Frente a nosotros pasaban unos vecinos.

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Los que por la vereda arrastraban grandes tarros de basura.

Que en su roce con el suelo crujían fuertemente.

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-Sin dudas era el mismo ruido que habíamos sentido hace un rato-

Cuando estando en el comedor muertos de miedo, escuchamos arrastrar los catres del dormitorio contiguo.

 

Patricio Ruiz Zapata

[05.02.2012]